martes, 8 de septiembre de 2015



8 de Septiembre

La Natividad de Nuestra Santísima Señora Teotokos y Siempre Virgen María

La Natividad de Nuestra Santísima Señora Teotokos y Siempre Virgen María: La Santísima Virgen nació en un tiempo cuando la gente había llegado a un grado de moralidad tan grave que parecía imposible restaurarlos. La gente dice frecuentemente que Dios tiene que venir al mundo para restaurar la fe y no permitir la ruina de la humanidad.

El Hijo de Dios escogió tomar la naturaleza humana para la salvación de la humanidad, y escogió como Su Madre a la Purísima Virgen María, la única digna de darle luz al principio de pureza y santidad.

La Natividad de Nuestra Santísima Señora Teotokos y Siempre Virgen María se celebra en la iglesia como un día de alegría universal. Dentro del contexto de los Antiguos y Nuevo Testamentos, la mas Bendita Virgen María nació en este día radiante, siendo escogida antes de las edades por la Providencia Divina para traer el misterio de la encarnación del Verbo de Dios. Ella es revelada como Madre del Salvador del Mundo, Nuestro Señor Jesucristo.

La Santísima Virgen nació en la ciudad pequeña de Galilea en Nazaret. Sus padres fueron el Justo Joaquín de la tribu del Profeta Rey David, y Ana de la tribu del primer sacerdote Aaron. El matrimonio estaba sin niño, porque Ana se encontraba estéril. 

Habiendo alcanzado una edad avanzada, Joaquín y Ana no perdieron su esperanza en la misericordia de Dios. Ellos tenían una fe muy grande que con Dios todo es posible, y que Dios les quitara la esterilidad hasta en una edad avanzada, así como El le quito la esterilidad a Sara, esposa del Patriarca Abraham. Santos Joaquín y Ana prometieron dedicar al niño que el Señor le envíe, al servicio de Dios en el Templo. 

No tener niño entre la nación Hebrea se consideraba como castigo divino por el pecado, y por eso los justos Joaquín y Ana recibieron abuso de sus paisanos. En unos de los días festivos en el Templo de Jerusalén el anciano Joaquín llevo su sacrificio para ofrecérselo a Dios, pero el sumo sacerdote no quiso recibirlo, considerándolo como indigno porque no tenía niño.

San Joaquín con gran angustia se fue al desierto, y ahí el oro con lágrimas al Señor por un niño. Santa Ana lloro amargamente cuando supo lo que paso en el Templo de Jerusalén. Nunca le hecho la culpa al Señor, pero mas bien ella oro para pedirle a Dios por su misericordia sobre su familia.

El Señor cumplió la petición de ella cuando el matrimonio cumplían una gran edad y se prepararon con una vida virtuosa para una llamada sublime: el ser padres de la Santísima Virgen María, la madre futura del Señor Jesucristo.

El Arcángel Gabriel le llevo las noticias alegre a Joaquín y Ana que sus oraciones se habían escuchado por Dios, y que de ellos nacerá una más bendita hija María, por quien vendrá la salvación del mundo.

La Santísima Virgen María sobre pasaba en pureza y virtud no solo al hombre, pero también a los Ángeles. Ella se manifiesta como el viviente Templo de Dios, por eso la Iglesia canta en su himno de la fiesta: “La puerta del Oriente… trae a Cristo al mundo para la salvación de nuestras almas” (2º estiquio en “Señor a Ti he Clamado”, Tono 6).    

La Natividad de la Teotokos marca el cambio del tiempo cuando la gran y consoladora promesa de Dios para la salvación de la raza humana de la esclavitud al diablo se cumplirá. Este evento trajo a la tierra la gracia del reino de Dios, un reino de verdad, piedad, virtud y vida eterna. La Teotokos es revelada a todos nosotros por gracia como una intercesora misericordiosa y madre, a quien tenemos recurso con devoción filial.

martes, 1 de septiembre de 2015







1 de Septiembre
El Año Nuevo Eclesiástico

El primer día del Año Nuevo Eclesiástico también se llama el 'comienzo de la Indicción’, una palabra Latina que significa imponer. 
Originalmente se usaba la palabra en el contexto de los impuestos en Egipto. La primera indicción mundial de impuestos ocurrió en el año 312, cuando el Emperador Constantino (21 de Mayo) recibió una visión milagrosa de la Cruz en el cielo. Antes de  la introducción del calendario Juliano, Roma empezaba el Año Nuevo el primero de Septiembre. 
Según Tradición Sagrada, El Señor entró en la sinagoga el primero de Septiembre para anunciar Su Misión para toda la humanidad (Lucas, 4.16-22). Cristo citó a Isaías (61.1-2) y proclamó, `El Espíritu del Señor esta sobre mi, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena nueva a los pobres, para curar los corazones desgarrados, y anunciar la liberación a los cautivos, a los prisioneros la libertad. Me ha enviado para anunciar un año de gracia del Señor...´ 
Tradición también dice que los hebreos entraron la Tierra Prometida en Septiembre.



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